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NO LO HABÍA PLANEADO ASÍ...

Iván Armando Castilleja Calderón

Comunicación Audiovisual

8vo semestre


Desde muy temprana edad, descubrí que la actuación era una pasión en mi vida. Desde los trece años empecé a participar en obras de teatro y cada vez me gustaba más. Me tocó tener diferentes personajes como el típico árbol, un gato, bufón, sacerdote, guardia y hasta el hermano menor de la Familia Adams, Pericles. Conforme iba pasando el tiempo y en cada uno de los papeles, me iba involucrando más. Llegó el punto de querer hacer teatro musical profesionalmente. Como todo, pensando y reflexionando, llegué a la conclusión que era bueno para mi, estudiar una carrera universitaria para poder ampliar las opciones de mi vida profesional. Sin embargo, aparte de eso, seguí adelante con el teatro.


Por algunas circunstancias, tenía un año sin pisar un escenario. En ese año, pude entender que actuar era parte esencial de mi vida y que buscaría que siempre estuviera presente. Con esa decisión en mente, busqué la manera de pertenecer a un grupo de teatro. Llegó el día de las audiciones y me sentía emocionado y a la vez muy nervioso por el tiempo que había pasado sin actuar. En fin, fui aceptado en el grupo. Pero faltaba algo más, la asignación de papeles para la próxima obra de teatro. Llegó el día y llegó mi sorpresa. No estaba contemplado en la lista de personajes. Tuve muchos sentimientos, tristeza, frustración y sobre todo una gran desilusión porque era algo que yo quería y que había planeado.


Fui asignado a hacer trabajo en cabina. Es decir, tras bambalinas. Esto era algo que no esperaba, que no conocía y que requería de mucha responsabilidad y trabajo. Al principio, en mi mente tenía todo el tiempo el pensamiento de: “no quiero estar aquí, no quiero hacer esto”. Yo veía a los actores y sentía una gran frustración, ¡Yo quería estar ahí!


Pasaron muchos días y yo fui cambiando mi actitud hasta el momento en que dije, lo que estoy haciendo, lo voy a hacer bien, aunque no era lo que yo inicialmente buscaba. Simplemente, continué con mi trabajo, intentando hacer mi mejor esfuerzo.


Pero luego, llegó el día del estreno. El sentimiento que tuve al ver la obra y saber que fui parte de ella, fue muy satisfactorio. Y me vi, arriba, en cabina, atrás del público y sentía la misma satisfacción que cuando actuaba. Los aplausos, aunque las personas no me veían, eran para mí también.


Entonces entendí que el teatro no es solamente estar arriba del escenario, el teatro es mucho más; es ser parte de un equipo, es ver la obra desde distintas perspectivas, es valorar estar al frente o estar atrás.


Ahí fue en donde reflexioné que lo que importa es el teatro en sí mismo y no desde tu visión personal. Cambiar de planes no es siempre agradable pero, cuando nos damos la oportunidad de tomar los nuevos caminos planteados, aunque no lo hayamos planeado así, siempre aprenderemos una gran lección. Descubrí que la verdadera satisfacción está en aportar valor a cualquier proyecto en el que estés involucrado. Eso lo comprobé en las siguientes obras en las que sí tuve la oportunidad de subir al escenario.




En mi caso, creo que después de esta experiencia, no solamente soy un actor más completo, un mejor actor, sino también, una mejor persona.


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